Desde mi niñez siempre viví en un entorno marcado por dos factores determinantes: La música y la Lengua Inglesa. Desde pequeños, mis hermanos mayores cantaban, de manera que les recuerdo con guitarra acústica y con piano, interpretando sobretodo canciones para la Iglesia.
Siendo pequeño me llamó la curiosidad por aprender a tocar, a hacer sonar esos instrumentos, eran juguetes muy llamativos para un niño. Así, a los 11 años mi hermana me enseña nociones de piano, y yo ya había estudiado tres años de solfeo en el colegio. Pasó un año aproximadamente hasta que me aburrí del piano; no podía avanzar dado que no estaba apuntado en clases ni al Conservatorio, además de que mi hermana ya no vivía en casa. Pero mi interés por la música era real asi que decido aprender a tocar la guitarra clásica. Me interesan sobretodo los temas fuertes, rapidos, contundentes, así me lo pedía mi adolescencia. De mi hermano Daniel descubro quienes son Queen, Pink Floyd, The Who y el cantautor Javier Krahe. Es el único de mis hermanos que no se rinde a la música pop y comercial de la época.
Pasan los años y llega la época del instituto, abandono el colegio de mi barrio de toda la vida y comienzo una aventura nueva. Es allí donde conozco a David Alejo y otros amigos más que copartían un mismo interés común, la música (sobretodo rock). Son años de placitas, guitarras y litros de cerveza en los que intercambiamos música, nos vamos de camping juntos y cada uno hace sus primeros proyectos musicales.
Mi hermano Charly ya llevaba un año tocando el bajo y yo la guitarra. Teniamos 16 años y aún buscaba la forma de encontrar mi camino. Tras muchas horas de radio, al no existir internet como lo conocemos hoy, llega el día en que conocí a Metallica. Descubrí el rock, la fuerza de los directos y en definitiva otra idea de música que nada tenía que ver con lo escuchado en mi niñez. Y a mi descubrimiento le siguieron Offspring, Korn, Slipknot, System of a Down y una lista enorme de grupos de rock contundentes a los que vería en directo y seguiría durante años. Es por esto que decidimos hacer un grupo de música que tendría su primer local de ensayo en la planta baja de nuestro antiguo chalet en Heliópolis. A partir de aquí me convertí en adicto. Adicto a tener banda, a producir sonido, a soñar con la música.
El grupo no tiene futuro pero es una buena base para aprender. Charly y yo nos separamos en proyectos diferentes con 18 años, aunque seguíamos evolucionando en gustos musicales, ensayando y sobre todo aprendiendo. Hasta que volvería a cambiar de instituto. En concreto me trasladé al IES Heliópolis, donde ocurre el siguiente punto de inflexión en mi vida. Conozco a Edu López. Es un chaval de mi clase, melómano, amante de los comics, videojuegos… Eramos muy similares. Comenzamos a ser muy amigos y a compartir música y él fue el que me inspiró a fijarme en el rock de los 70; empezamos a quedar tardes y noches enteras escuchando el Made in Japan de Deep Purple, In The Court of the Crimson King de King Crimson, Close To the Edge de Yes, Triana…. Fue un auténtico flechazo y mi sensibilidad y mis gustos musicales cambiaron radicalmente a lo largo de esos dos años.
Es el año 2004 yo estaba sin proyecto musical, y Edu me comenta un día que tiene una batería y que lleva meses tocando, yo llevaba mucho más con la guitarra pero no importaba, queríamos empezar la aventura juntos de hacer una música diferente, que fuera creativa y que nos divirtiera. Se acabó pretender ser otro grupo y tocar versiones, haríamos música propia y beberíamos de todos nuestros artistas favoritos para a nuestra forma crear algo diferente, que se alejara de los estándares.
Recluto a mi hermano Charly como bajista, ya que era el mejor de todo el entorno en que nos moviamos y a él posteriormente se unirían Javi Barrantes en los teclados, sustituido en 2009 por David Alejo y Javier Carrasco por mediación mía tras haber sido recomendado por un buen amigo.
Son años de composiciones y de, por fin, ahondar en el directo, de forma que durante 7 años vamos creciendo tímidamente. En 2011 tiene lugar el tercer hecho que considero, desgraciadamente, fundamental en mi vida. Edu nos deja, repentinamente y sin tiempo a reaccionar. Es un mazazo surrealista. Él y yo habíamos comenzado Sweet Hole, y tras siete años el grupo queda sumido en el shock. No supe como reaccionar, y aunque no quería hacerme a la idea, sabía que la única forma de negar esta realidad y hacerle homenaje era manteniendo la banda, ayudarla a crecer más, e intentar ser alguien por él y por nosotros. Como Metallica y Cliff Burton. Es así como me responsabilizo de las tareas de management del grupo y en tres años redoblamos los esfuerzos por intentar ser la banda que siempre habíamos deseado los dos, cuando eramos niños y estabamos sentados en un bordillo con un litro de cerveza soñando con grandes escenarios y fantásticas noches de conciertos a imagen y semejanza de nuestros ídolos, reconocidos y a la par ignorados por gran parte de la sociedad de nuestro país . Hasta hoy.